viernes, 19 de octubre de 2007

Ya están tostadas las tortillas.

MANUEL

INTENTE ESTA MAÑANA ABRIR LA RENDIJA Y CHAS SE ABRIO COMO POR

MILAGRO.....QUE BIEN........ESCRIBELE A BENCASTRO PARA REEPETIRLE LA

NOTIIA, ADEMAS EN MIAMI ESTAN DE HURACANES

PASALA BIEN

RICARDO

From: Manuel Elias

To: jhumano@hotmail.com

YA ESTÁN TOSTADAS LAS TORTILLAS, LES FALTA SAL, PERO SE PUEDEN

SABOREAR. EL BRASERO ENCENDIDO NOS INDICA QUE PODEMOS CALENTAR AHORA EL

CAFÉ DE OLLA.

ABRE LA VENTANA DE LA RENDIJA. DONDE SE PUEDE VER AL MAGO Y A SUS CUATRO AYUDANTES DE LA REAL ORDEN SENTADOS; ACOMPAÑADOS DE LA PRIMERA DAMA LEVITANDO.

ABRE LA VENTANA, PUES YA ESTÁ ESCRITO EL DOCUMENTO GUARDADO

DE LA MAGIA CIBERNÉTICA. ÁBRELA Y BUSCA EN EL MENÚ LOS MANJARES QUE SE OFRECEN. ÁBRELA CON CUIDADO, ANTES QUE SE BORRE EN LA MEMORIA EL CONTENIDO.

DOMINGO URBANO.

(digitador sin sueldo.)

>Manuel Elias

>eliastauro@yahoo.com

>Tel 2320249 casa

lunes, 8 de octubre de 2007

CARTAS A VAN GOGH



Cartas a Van Gogh



Por Manuel Elías
A Bernardo Crespín




PRIMERA CARTA



“Lo que somos, esos somos.


Debilitados por el tiempo y


la fortuna, pero recios de


voluntad para fortalecernos,


para buscar, para seguir y no flaquear”.


San Francisco de Asís.







Ha pasado mucho tiempo, Vincent. El tiempo no ha podido borrar tu nombre.


Frente a mí, en la pared, tengo una reproducción de tu último autorretrato. ¿Te acuerdas? Tus ojos fijos en la distancia; tu barba cobijando el rostro frío y duro de vivir. Dureza que marca la angustia de tu vida.


El ritmo de tus pinceles se mueve en ese cuadro con el delirio del fuego. Un botón de tu chaqueta, desprendido del ojal, es como un lucero en el centro de tu pecho.


¡Cómo te gustaban las estrellas en las noches negras!


Desde esta mesa cubierta de piedras, te escribo hermano. Déjame hacerlo y que ésta no sea la última vez. Sé que esperaste mucho para hacer tu primera exposición. ¡Cuánto desprecio recibiste! ¡Cuánto incomprensión! ¡Cómo deambulaste por las calles de Montmartre, con tu cabeza agachada, mientras tus ojos chorreaban colores de tu alma!


Tú decías: “Je suis sain d´esprit”. Sin embargo, la gente te llamaba “loco” y en tu locura ibas construyendo tan bellos cuadros.


Desde esta mesa y esta pared, blanca de grises recuerdos, se despide tu hermano.




SEGUNDA CARTA




Hermano Vincent:



Veo tu cuartito aquel, en Arlés, donde la silla, la mesita de noche y el camastrón de madera crujen, cuando solo, en tu inmensa soledad, hablas en voz alta y te quedas parado frente a la ventana, haciendo tus bocetos con la pasión más grande que un artista haya podido plasmar en el papel.



En ese cuartito estalló tu alma en rojos y amarillos dándole a tu pintura un nuevo amanecer, porque de tu color nació la alegría. Tus cuadros testimonian ese momento.



Te veo tomar el carboncillo entre tus manos blancas, como de una pequeña flor.



En arlés pintaste el “sembrador” –ese cuadro patético- donde el sol sobre la cabeza del campesino quisiera iluminar la vida de ese ser humilde. El árbol quemado se inclina hacia él con un peso tremendo. Sólo el sol vive con su propia luz. Tus palabras: “Oh, cuán hermoso es el sol de aquí en pleno verano”, golpea en la cabeza y no dudo en absoluto que se vuelva uno chiflado.



Ahora bien: como yo lo estaba ya antes, no hago más que gozarlo mejor. “Reflejan el sentido alegre que tenías, aún en las peores horas de tu angustia y luego, de escribir tus cartas, caminabas por esas calles grises con tu Biblia bajo el brazo y te embriagabas con las estrellas.



¡Ah, hermano Vincent! ¡Cómo hubiera querido caminar a tu lado para decirte: aquí estoy, soy tu amigo...!



TERCERA CARTA



Sé que ha llegado tu amigo Gauguín al “Taller del Mediodía”. Tu pipa se enciende con el fuego de la amistad. ¡Ya no estás solo, Vincent; ha llegado un amigo a tu soledad; ya tienes con quien hablar en el mismo lenguaje.


Pero los amigos siempre nos fallan, Vincent. Te quedaste solo de nuevo en la casa amarilla, te cortaste la oreja. Olvidado en tu cama roja, como un muerto.


Estás confuso. Tu rostro demacrado. Tus ojos más tristes que de costumbre –mirando sin mirar- Tu corazón queriéndose salir de tu pecho como un pájaro moribundo. Al darte cuenta de que no se pueden construir castillos con unas cajas de cartón.


Te arrojan piedras, en tanto que Gauguín te traiciona, y abandona... Tú dirías poco después: “Bastará, espero, con que diga que me siento incapaz de volver a tomar un nuevo estudio y permanecer en él, aquí en Arlés o en otra parte...Sin embargo, he tratado de hacerme a la idea de volver a empezar, pero por el momento no es posible”.


Mientras veo las flores y tomo un sorbo de café, la voz de tu espíritu inunda mi ser con todos tus gritos ahogados por la sed de vivir o de morir.


En mi imaginación veo tu sombrero de paja, testigo de tus soleadas caminatas, como un pájaro cubriendo tu frente de genio hecho luz, color, purificado en el fuego de tu arte y de tu vida.


Te envío un cordial saludo desde esta tierra, con el deseo de volvernos a encontrar más allá de las estrellas, donde todavía están las espirales revolucionarias de tu pintura...



CUARTA CARTA



Pregunto dónde está Van Gogh, dónde Modigliani? ¿Qué hicieron con ellos los enmascarados?


Desde este sillón antiguo, desde esta mesa cubierta de piedras les escribo, hermanos.


Sé que Uds. Fueron aquellos a quienes les dieron la mano los hipócritas vestidos de ovejas. Luego les hicieron tragárselas hojas amargas del tiempo.


Hoy reviven sus palabras que antes sólo fueron balbuceos de unos niños delirantes.


Hoy hacen negocio con sus nombre. En los escaparates anuncian: “Este fue un gran artista, lea su historia”.


Los enmascarados siguen haciendo la historia. Sería bueno que alguien viniera a contarnos la historia de un enmascarado...



"Cartas a Van Gogh". Manuel Elías. AMATCAL, editorial impresora. Edición Rama. San Salvador, El Salvador, Centro América, 22 de febrero de 1977. Rolando Costa, editor; Carlos Alberto Hernánez, impresor; Alberto Ríos Blanco, colaborador de arte.